-Hace mucho frío ¿puedes sentirlo?
-Sí, alguien se ha dejado la ventana abierta, voy a cerrarla.
-No me siento bien. Tengo demasiado sueño, pero no quiero dormirme.
-Lo siento, yo ya no puedo ayudarte, el invierno ha llegado demasiado pronto y con mucha fuerza.
-Siento que al irme ya no podré regresar.
-Descansa, duerme tranquilo. Quizás algún día vuelvas.
-Se hace oscuro, enciende la luz.
-Aquí no hay nada que yo pueda encender, puede que la oscuridad te ayude a dormir.-
Con suave apatía retira su mano de la cama, consciente de su incapacidad para poder hacer algo se gira, y, acercándose a la ventana, suspira levemente -sí, el invierno ha llegado demasiado pronto y hace demasiado frío- compungido se marcha hacia la puerta de forma tenue, pausada, como a él le gusta y cruzando el umbral de la puerta su figura se desvanece tal y como lo hace una débil sombra ante la imponente luz de la vida.
©Guillermo Jiménez